No es la primera vez que quiero a alguien, y seguramente tampoco será la última. Es algo que pasa, así de la nada. De repente te encuentras añorando los besos y las caricias de esa persona. Te das cuenta de que tu día no está completo hasta que le haces una llamadita... y cada cosa que te pasa en el día se convierte en un "deja que le cuente a ...". Y entonces tus noches empiezan a ser menos oscuras, y tus amaneceres brillan aunque llueva. Y vas en tu carro oyendo la radio, y cada canción te acuerda de él... y te das cuenta de que estas sonriendo... o llorando... que los sentidos se te agudizan y los sentimientos campean por su respeto. Siempre es demasiado tarde cuando te das cuenta. Y puedes hacer dos cosas... correr hacia él, o correr en la otra dirección. Y ahí es donde vacilas, te sudan las manos, lloras, ries, gritas, das brincos, caes de rodillas, pierdes el balance y lo recobras para darte cuenta de que siempre estuviste corriendo hacia él.
2 comentarios:
Cierto, cierto ...
Uffff, muy claro.
Si él siente lo mismo, también correrá hacia ti para encontrarte. Si corre en la otra dirección, mejor virar. Es preferible correr sola que perseguir un recuerdo. Y mejor aún, correr juntos en la misma dirección.
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