Mi musa se llama Viktoria

Ven, Viktoria, sientate aquí a mi derecha, tenemos que dialogar. Ya era tiempo de que regresaras. El tiempo pasa volando, lo sé. Fueron dos años que anduviste por sabrá Dios donde, seguro de fiesta con las Musas de otros tantos que al igual que yo vivieron sin poder plasmar en papel las locuras que les susurraba el alma. Que estuviste a mi lado por mucho tiempo, lo sé. Que me sujetaste de la mano cuando sentía caer, también lo sé. Que necesitabas vacaciones... no comprendo por qué, si mi corazón jamás ha tomado vacaciones. Tu me perteneces, y yo te pertenezco. Nacimos destinadas a caminar juntas y dejar una sola huella.

No sabes cuantas veces reí, lloré, viajé, fui, vine, caí y me levanté deseando, anhelando, pretendiendo que te apiadaras de mi. Ni siquiera me huviese molestado que la nauseabunda lástima te hiciera regresar. Yo solo te quería aquí, a mi lado, apoderandote de mis sentidos y fluyendo por mis dedos. Yo solo quería abandonar mi alma a ti, y que la derramaras, que hicieras con ella lo que te diera la gana. Yo solo quería tenerte y que me tuvieras. Que fueras portavoz de mis dolores y mis alegrías.

Gracias por regresar, Viktoria.