Tras par de horas de sueño itermitente, me desperté a atender el insistente y siempre-presente-en-las-mañanas llamado de la madre naturaleza. Con cierto grado de asombro me di cuenta de que había dejado la laptita encendida, con varios programas abiertos. Y no solo eso, habia dejado las ventanas abiertas, cosa que jamás suelo hacer, porque los rayos del sol me interrumpen el sueño. (Pasa que después de cierta hora, en las noches, cuando ya mi cuerpo no soporta estar sentado, me traslado con la laptito a la cama.) Luego de un intento fallido por dormir nuevamente (eran casi las 6 am), me dispuse a leer algunos correos viejos, y a visitar mis blogs favoritos, simplemente por el puro placer de deleitarme con las palabras de aquellos que quizás como yo, le escriben al azar.
Durante un rato charlé con la PeLo, intercambiandonos anécdotas de cómo habiamos pasado la noche del sábado.
En algún momento hice otro intento por dormir. Acomodé las almohadas a mi gusto, posicioné el abanico perfectamente para que el aire frio me alcanzara todo el cuerpo con excepción de los ojos (manía dquirida cuando fui sometida a cirujía de los ojos y no podía recibir contacto directo con el aire), y me lanzé nuevamente a la búsqueda de los divinos brazos de Morfeo. Pero justo en ese momento vi un resplandor (carajo, se me olvidó cerrar las ventanas). Lo vi con el rabito del ojo y no quería mirarlo directamente porqué sabía que ésto sin duda significaría que no podría llegar a los brazos del anhelado Morfis (así le digo de cariño). Pero, como persona por demás curiosa que soy, sí miré el rayito de luz. No era uno, eran varios, dibujando en la pared la forma de mis ventanas viejas. Y eran azules. Me quedé mirandolos fijamente, como en un trance... y comenzaron a cambiar de color y a caminar por la pared... rosados... anaranjados... y finalmente amarillos. Poco a poco se fue dibujando una sonrisa en mi rostro, hasta que no pude contenerme y me eché una carjada. Presencié el amanacer, desde la comodidad de mi cama, y con la pared de mi cuarto sirviendole de escolta al Sr. Sol, el cual promete otorgarnos un domingo hermoso.
Prometo dejar las ventanas abiertas más amenudo.
Ahora si, a los brazos de Morfis. Prometo también disfrutar de este hermoso domingo, pero de medio día en adelante (no me gusta prometer imposibles).
6 comentarios:
que tengas un buen domingo entonces... besos
Tu mascota se llama morfeo?
Bueno sigue disfrutando tu domingo. Curiosamente un domingo echado en la cama no le va mal nadie.
Ciao
Sr. Morfeo, no se aproveche y quiera quedarse con Xai todo el domingo...
PeLo, que tengas dulces y ricos sueños... pero no duermas mucho :P
Besos!
Si que es hermoso el amanecer!
alo
paseaba y encontré este blog, y me agrada lo que leí...
qué suerte que te haya tocado un amanecer tan bonito!
un abrazo
vaya vaya!
cosas de la blogosfera, tras visitar el blog de mi buen amigo claudio, me topo con un comentario tuyo y tras la linkeada respectiva me topo con tus letras...
paseo mis ojos y sin más ni menos he leido un gran trozo de tu blog: cotideanidad a la vuelta de la esquina, bonito, bonito y ligero...
SaLudos (prometo volver)
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